lunes, 26 de mayo de 2008

Martín Almodóvar

Es de tierra adentro. El verde oliva le cautiva, aunque también se deja mecer por las olas.
Su entrecejo fruncido le da un aspecto de aparente seriedad o de preocupación que inmediatamente desaparece cuando esboza esa sonrisa de medio lado, coqueta y entrañable. Le gusta relacionarse y comunicarse, echar un rato de cañas y charlar con los amigos, aunque fundamentalmente es casero. Pero, si hay que cantar se canta; si hay que bailar, se baila; si hay que salir, se sale… Sin embargo en la intimidad, a menudo, emprende un silencioso e íntimo viaje y si le conoces, sabes que no debes preguntar. Es tacaño y austero para comunicar sus sentimientos o sus problemas a los demás.
Su humor, digamos que es peculiar, es difícil definirlo, en fin “the salmon life”, pequeño guiño familiar. Es tozudo, apretado, persistente y a veces pesadillo, todo no van a ser elogios, y es que si le dejas, organiza tu vida. Cuando se le mete algo en la cabeza es un martillo pilón, una gota malaya...
Le gustan las personas claras y honestas. No tiene prejuicios y tiende a disculpar en principio a todo el mundo. No se deja influenciar por “avisos al navegante”. Sin embargo, no te equivoques ni lo traiciones pues pone la pica en Flandes, te echa la cruz y puede ser temible.
Es un ávido lector y sé que, secretamente, escribe. Le encanta escuchar todo tipo de música. Le gustan especialmente el jazz y los cantautores “tristones”, término familiar referido a intérpretes con un tono vital melancólico. Esta afición a los “tristones” le ha causado, a veces, alguna que otra riña en casa ya que es capaz de escuchar el mismo disco tres o cuatro veces en un día, semana tras semana. Entenderéis que todo tiene un límite…
A Martín le gusta cuidarse, sin exagerar. Tiene un puntillo coquetón y presumido que le cuesta reconocer. El deporte es una de sus aficiones que practica con dedicación. Da igual que no pueda con su vida, que tenga un dedo roto o que la vertical de su columna le abandone, la disciplina es la disciplina. En fin, morirá con las botas de baloncesto puestas.
Entre sus aficiones, también se encuentra esa desmedida dedicación a los idiomas. Es “muchiglota”, es decir, habla con una corrección y acento estupendos el “italoño”, el “cataleman” o el “andaturco”. Pero su especialidad es el “martinglés” que le ha aportado anécdotas esotéricas y paranormales dignas de referencia que por un módico precio podría contar.
Es glotón en el trabajo y sufre de obesidad laboral. Son famosos sus atracones en este campo, motivo de gran preocupación y alerta entre sus familiares, compañeros y amigos. Su dieta profesional no varia: un primer plato de creatividad e ilusión, un segundo plato de persistencia y esfuerzo y el postre, siempre dulce, consiste en la satisfacción del trabajo bien hecho. De manera continúa e incansable, su cerebro busca, inventa, rastrea como un satélite nuevas ideas que le permitan construir innovadores proyectos. Esta inquietud incesante hace que cada década emprenda una nueva aventura en un nuevo espacio. Martín no se apoltrona ni calienta el sillón. Comparte todo lo que hace, no se guarda ningún as bajo la manga. Profesionalmente, no deja a nadie indiferente pues pasas a formar parte de su numeroso club de fans o se te atraganta para siempre.
La militancia incombustible es uno de los rasgos más acusados de su personalidad. Desde muy joven su compromiso político, social y profesional ha estado con los desfavorecidos, los malos, los desahuciados, los desvalidos. No abandona ningún barco, es más, en alguna ocasión ha sido el barco quien le ha dicho: “Ahí te quedas, tío”.
Con la familia y las amistades, es cariñoso, leal y respetuoso. Les cuida y mima en todo momento. Está cuando hace falta y si no es necesario, se retira discretamente.
Desde tiempos inmemoriales, comparte su vida con una persona muy distinta a él y que le desordena la vida: divergente, desordenada, despistada, indisciplinada, desobediente y algo caótica. Ya imagináis que el aburrimiento y la rutina no forman parte de su vida familiar. Tiene dos hijos, Olmo y Martín, que han iniciado su propio camino vital. Con ellos mantiene una cercana y cariñosa relación construida desde el afecto y el respeto mutuo.
Sí, ya sé, se me ve el plumero ¿Y qué?

2 comentarios:

  1. "Lo has Clavao"
    A los niños se les conoce en el juego, yo con él he jugado mucho...
    Es el que te apoya, te ayuda, te anima, siempre a tu lado, te da su último aliento y saca fuerzas de donde no la tiene; a veces le pregunto "¿estás bien?" y siempre recibo la misma afirmación: "sí, sigue, vamos..."
    Él siempre está ahí, te orienta y te salvaguarda. Lucha hasta la extenuación y nos "obliga" a seguirle.
    Sí, lo puedo decir y asegurar, es un niño querido, respetado y admirado, no sé si por muchos, pero sí por los que verdaderamente importan, su familia y sus amigos, entre los que afortunadamente me puedo incluir.

    Violeta este blog es muy refrescante espero poder seguir disfrutándolo. Hay personas que no dejan nunca de sorprenderte y tú eres una de ellas.

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  2. Martín es afable, cariñoso, bueno, ameno, listo, inteligente, muy inteligente, "un hombre sabio".

    Me encanta Martín y, a estas alturas, sé que él lo sabe, por suerte. Siempre está cuando debe estar y ha cuidado de personas a quién yo necesito y quiero muchísimo.

    Violeta, has hecho una descripción bellísima que él sabrá apreciar por lo mucho que te admira también. Demuestra que es, cómo digo, un hombre sabio, porqué sabe a quién tiene al lado, aunque sea su parte caótica, sorpresiva y desobediente (bueno no es que él lo sea extremadamente, eh, algo habrá en común, que ya le conocemos las pasiones...)

    Es verdad que es una persona seguida por muchos y no tanto por otros. Ahora, recuerdo que tú en una conversación, me dijiste = "las personas que sobresalen, que se distinguen, las que no pasan desapercibidas, suelen ser envidiadas y, a menudo, odiadas".
    Como dicen Hernández y Fernández: "¡yo aún diría más!" "El clavo que sobresale es propenso a que le den un martillazo" je je je.
    Bueno, a los que NO le aprecian, que les den, yo sí puedo decirlo porqué no soy él y 'pa' algo le quiero y soy así de "espontanea".. Nosotros le admiramos y queremos un montón y, también, le echamos de menos.

    ¡Le pido un aleteo, Martín Pescador vestido de verde aceituna y blanco gaviota! ¡Y un beso!

    PD - Ah, por cierto, si el comentarista anterior es quién creo que es: Saludos ¡Gomez Adams!

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