lunes, 29 de junio de 2009

De Ariadnas, pavitos, mosquitas muertas y otras especies...

Son esas personas que nos envuelven con una liviana tristeza que no nos pesa. Nos inspiran ternura por su aparente fragilidad. Son dulces, atentas y comedidamente aduladoras. Te agradecen siempre tu atenta escucha y te hacen sentir una persona especial. Realizan un trabajo fino con sus hábiles dardos que justo dan en la diana de tu autoestima.
Estas personas se declaran poca cosa y te hacen saber que desde que te conocieron, sabían que un hilo invisible las unía a ti. Nos cuentan su vida poco a poco, sin prisas, lentamente. Te inyectan sólo lo justo, en pequeñas dosis, suavemente, de manera imperceptible. Eres parte importante de sus vidas. Te sientes comprometida.
Como Ariadna, te regalan el ovillo para que tú desenredes poco a poco tus emociones y sentimientos. Son listas, tú tienes el ovillo y ellas tiran del hilo…
Son pacientes, persistentes, con un solo objetivo que ocultan con calculada habilidad. Nada piden, nada exigen, no quieren ponerse pesadas, sin embargo, de repente, estás en el centro de su empalagosa telaraña.
Pero ¡ay! si no respondes a sus expectativas… Sus respuestas pueden ser variadas. Algunas se sentirán ofendidas e incomprendidas; otras sacarán su lado oscuro y te fulminarán con su lengua viperina, otras recurrirán al chantaje emocional y te harán saber que se sienten decepcionadas.
Cuídate de esta tribu, sus rituales son peligrosos y sin darte cuenta puedes ser tú la mosquita muerta de su elaborada telaraña.

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